EL PORQUÉ DE LAS DESIGUALDADES ENTRE EL NORTE Y EL SUR

Primero que todo hace falta diferenciar y sustituir el término “desarrollo económico” por el llamado “desarrollo humano”, cuando se quiere hablar del nivel de vida real de la población de un país.

El desarrollo económico de un país se mide principalmente dividiendo el PIB (producto interior bruto) por su población, obteniendo la “renta per cápita”. Pero este sistema no refleja realmente como vive la mayoría de la población, puesto que países del Tercer Mundo que han aumentado últimamente mucho su PIB (debido, por ejemplo, al petróleo) y, por lo tanto, han aumentado también mucho su renta per cápita, resulta que sufren más pobreza y desigualdades que nunca porque de estos incrementos sólo se han beneficiado los poderosos de siempre.

Para calcular mejor la situación y evolución del desarrollo y bienestar de un país, desde hace unos años que la ONU elabora un IDH (Indice de Desarrollo Humano) que no sólo tiene en cuenta los ingresos medios por habitante, sino que también contempla varios aspectos sociales como el acceso a la sanidad, la educación, la esperanza de vida al nacer, la igualdad entre hombres y mujeres, etc.

Según los expertos, las diferencias entre el desarrollo humano de unos países y otros son debidas a varias causas, pero siendo los principales responsables (y beneficiados) los países poderosos y las multinacionales que siempre se han aprovechado tanto como han podido.

Entre estas causas se incluyen: los efectos de las colonizaciones y posteriores descolonizaciones, geografías adversas, estructuras económicas débiles y sociales poco cohesionadas y, últimamente, la “globalización”.

La llamada “globalización”, que tan bien les va a las empresas multinacionales (y que no siempre respetan las normas laborales y medioambientales mínimas de los países que explotan) así como a los países más ricos, está homogeneizando no sólo la economía sino también la cultura, la manera de pensar y de comportarse, de la gente de cualquier lugar del mundo, sin dotarla de los recursos necesarios para seguir este ritmo y creando todavía más desigualdades económicas y sociales. Así mismo, también se está globalizando el blanqueo de dinero, los paraísos fiscales, la evasión de impuestos, el tráfico de armas, la prostitución, el crimen organizado, el juego, etc.

Entre los problemas de los países subdesarrollados se encuentran: una baja renta por habitante y, por lo tanto, un también bajo nivel de consumo; un desarrollo industrial muy escaso que depende de la inversión exterior y está basado en la mano de obra barata; recursos naturales destinados fundamentalmente a la exportación (monocultivos y minerales principalmente); grandes oscilaciones de precios en estos productos; una fuerte dependencia del exterior en tecnología, comercio y créditos; un reducido nivel de vida, con servicios de baja calidad e inaccesibles para gran parte de la población; deficientes infraestructuras; alto índice de analfabetismo; crecimiento demográfico muy elevado; alta conflictividad interna con inestabilidad política, corrupción y desigualdad social; graves problemas medioambientales que comportan desastres naturales; escape de cerebros y de capitales; relación muy negativa en el intercambio de productos con el primer mundo; muchas enfermedades, epidemias y baja calidad del agua; alta despoblación rural hacia las ciudades sin contar con ninguna expectativa de mejora; alto endeudamiento público, no siempre limpio ni bien aplicado; una concentración de tierras o muy alta o muy baja, sin un término medio (*); etc.
(*) Por ejemplo, en Brasil, un 1% de los propietarios tiene casi el 50% de las tierras cultivables del país, con haciendas de más de 1.000 hectáreas que no siempre explotan en su totalidad. En cambio, un 53% de propietarios tienen sólo el 3% de las tierras, y la superficie de sus parcelas oscila entre 1 y 10 hectáreas.

Además, existen 20 millones de campesinos sin tierras, que trabajan para los terratenientes, a menudo en condiciones de semi esclavitud, como muy bien sabe nuestro obispo en Brasil, Pere Casaldàliga.

Un total de 189 países, con el patrocinio de la ONU, en septiembre del año 2000 celebraron unas reuniones llamadas Cumbre del Milenio y establecieron ocho objetivos de desarrollo humano para el año 2015, cogiendo como referencia inicial los datos del 1990: son los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).

Estos objetivos son: 1. Suprimir la pobreza extrema y el hambre. 2. Conseguir la enseñanza primaria universal.3. Promover la igualdad de géneros y la autonomía de la mujer. 4. Reducir la mortalidad infantil. 5. Mejorar la salud materna. 6. Combatir el VIH/sida, el paludismo y otras enfermedades. 7. Garantizar la sostenibilidaddel medio ambiente. 8. Fomentar una asociación mundial para el desarrollo.

A finales del 2013 (dos años antes del plazo marcado) la situación de estos objetivos era la siguiente: 1. La pobreza extrema se ha reducido a la mitad, desde el 1990 (sin embargo, 1 de cada 8 personas todavía pasa hambre). 2. En las regiones en vías de desarrollo, el acceso a la escuela primaria ha llegado al 90% (pero 57 millones de niños todavía no van al colegio). 3. Casi se ha conseguido la igualdad en la educación primaria entre niños y niñas (no obstante, las mujeres todavía sufren múltiples discriminaciones). 4. Actualmente mueren cada día 17.000 niños menos que en 1990 (pero todavía mueren unos 18.000 cada día, antes de cumplir los 5 años). 5. La muerte maternal se ha reducido casi a la mitad (pero sólo la mitad de las mujeres de los países del Sur reciben la asistencia médica mínima recomendada durante el embarazo). 6. Cerca de 10 millones de personas recibieron tratamiento para el VIH en 2012, y entre los años 2000 y 2010 se evitaron más de 1 millón de muertos por malaria (pero 7 millones de personas siguen sin tener acceso a terapias para tratar el VIH). 7. Desde el 1990, 2.100 millones de personas han conseguido acceder al agua potable (pero más de 1.000 millones todavía no lo pueden hacer). 8. Se están aplicando algunas medidas para reducir la deuda de los países del Sur y favorecerles en las relaciones comerciales (pero, debido a la crisis actual, últimamente se les han reducido buena parte de las ayudas para el desarrollo que recibían de los países del Norte).

A partir del 2016, sustituyen los Objetivos de Desarrollo del Milenio la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (ODS), que representa el marco global de desarrollo para los quince años próximos. A lo largo de sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas, se abordan las tres dimensiones -social, económica y medioambiental- del desarrollo sostenible. Aún así, a mediados de año 2016 todavía hay muchas indefiniciones y obstáculos por vencer, antes de su definitiva implantación.

Joseph Eugene Stiglitz dijo: “El 1% de la población tiene lo que el otro 99% necesita”.

 

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