Podríamos decir que la solidaridad es aquel grupo de acciones que una persona realiza en beneficio de otra sin recibir nada a cambio. Es uno de los valores más importantes en una sociedad desarrollada que pretende combatir la pobreza y las desigualdades sociales en todo el mundo.
Ser solidarios significa tomar conciencia de que los hechos pueden ser diferentes de cómo son, que las aportaciones de cualquier tipo que uno pueda hacer servirán para mejorar la calidad de vida de aquellas personas que las necesitan.
Según Elsa Punset (escritora y filósofa, hija de Eduardo Punset: “se puede afirmar que las personas ayudan porque son capaces de sentir y de ponerse en la piel de los demás. Ayudar genera felicidad personal y colectiva.”
Y Camilo José Cela añade: “…se puede aprender a potenciar esta capacidad o, al contrario, se puede ahogar.”
En la vida hay dos clases de personas, solidariamente hablando: las que pasan de largo en medio de la gente con una total indiferencia (las no solidarias), y las que están al quite de lo que les pasa a los demás y miran de hacer algo (las solidarias).
Las personas no solidarias viven en su espacio sin sentir nada por los demás, no quieren complicaciones, sólo su bienestar.
Las personas solidarias, un día descubren que no están solas en el mundo, que hay muchas más personas con las cuales están interrelacionadas y con las que tienen que convivir y complementarse para que todo vaya mejor.
Solidario es aquel que toma conciencia de que:
- No todos tenemos la misma “suerte” u oportunidades, puesto que el mero hecho de nacer en un lugar o en otro ya nos condiciona la vida.
- Todos dependemos los unos de los otros.
- Todos tenemos un gran potencial para ofrecer a los demás.
- Aquello que dejamos de hacer uno de nosotros, no lo hará nadie más.
- La sociedad nos necesita.
- No podemos prever el futuro, pero sí que podemos prepararlo, porque está en nuestras manos. El futuro será, en gran parte, lo que hagamos con él.
- Aunque parezca que no sirve para nada, algunas pequeñas actitudes pueden cambiar nuestro entorno. Si somos solidarios con los que nos rodean, se creará una atmósfera solidaria y nos imitarán.
- Etc.
Existen varios tipos de solidarios, entre los cuales se pueden encontrar los circunstanciales, los habituales y los comprometidos.
Circunstanciales lo somos cuando damos algo puntualmente y para una finalidad determinada: por ejemplo, cuando vemos por la televisión que ha habido una catástrofe, se organiza un maratón o una recogida de alimentos, etc., respondiendo inmediatamente pero sin mantener una continuidad. También cuando ayudamos a un enfermo excepcionalmente, etc.
Habituales lo somos cuando adquirimos un compromiso de continuidad en nuestras acciones solidarias, haciéndonos voluntarios o socios de alguna entidad, etc.
Comprometida lo es una persona que se compromete a sacrificar una buena parte de su tiempo o bienes, incluso su vida si hace falta, para ayudar a otras personas. Se trata de los cooperantes de las ONGs, de los misioneros, etc. tanto si se desplazan a países lejanos como si trabajan por esta causa en su propio barrio.
En el estado español, cerca de 3 millones de personas contribuyen de una manera regular en alguna ONG, lo que representa un 8% de la población adulta. Además, unos 4 millones de personas realizan donaciones puntuales a estas entidades, representando otro 10% de la población adulta. Sin embargo, a pesar de parecer importantes, estos porcentajes son muy inferiores a los que se producen en otros países europeos.
¿Qué hace falta para ser solidarios comprometidos?:
- Tener la suficiente sensibilidad humana para vibrar con lo que les pase a los demás.
- Ser valiente para empezar una acción de ayuda, sobre todo si se emprende solo.
- Ser generoso para desprenderse de lo que se posee y darlo a quien lo necesite.
- Ser perseverante para continuar la acción, pase lo que pase.
- Tener un espíritu abierto y universal para ofrecerse a quien lo necesite, sin tener en cuenta su raza, preferencias políticas o religión.
¿Cómo podemos ser solidarios habituales?:
Hoy en día, pese a los grandes progresos económicos, tecnológicos, médicos, etc., constantemente se están produciendo catástrofes naturales, epidemias, hambrunas, crisis, guerras, etc. que llevan millones de personas a vivir en unas condiciones infrahumanas sin tener ninguna culpa.
En estos casos, los gobiernos de los países más desarrollados puede ser que les ayuden o no, en función de la afinidad que tengan con los países perjudicados, de los recursos que les sobren y quieran destinar, y de las contrapartidas que puedan sacar.
Pero quien realmente se implica con todo su potencial económico y humano son las ONGs. Por ahora son las ONGs quienes más y mejor ayuda humanitaria proporcionan en todo el mundo y sin recibir ninguna contrapartida. De ahí lo importante que es hacerse voluntario o socio de alguna ONG.
Sin embargo, existen otras muchas maneras de ser solidarios, además de las ONGs, puesto que se entiende por solidaridad cualquier acto desinteresado que pueda significar un beneficio para otra persona. La solidaridad es vital para el desarrollo social. Sin un mínimo de solidaridad ninguna sociedad funcionaría.
Hay muchas acciones que cualquier persona puede realizar en su día a día y que son solidarias como, por ejemplo:
- Visitando enfermos en los hospitales o domicilios.
- Dando la ropa y otros objetos que no se necesiten y estén en buen estado.
- Dando sangre y, todavía más, dando órganos.
- Participando en campañas de limpieza de parques, montañas o ríos.
- Pagando los empresarios un salario justo a sus empleados.
- Ejerciendo su trabajo lo mejor posible los empleados.
- Siendo considerados con las personas desconocidas y con los inmigrantes.
- Actualizando permanentemente sus conocimientos los profesionales, para poder dar los mejores servicios posibles.
No cobrando por los servicios profesionales cuando la ocasión lo requiere. - Cumpliendo rigurosamente con las obligaciones tributarias.
- Respetando escrupulosamente las normas de tránsito y otras.
- Acudiendo inmediatamente para ofrecer ayuda ante cualquier situación de emergencia.
- Estando atentos a las personas del entorno por si pueden necesitar ayuda y no osan pedirla.
- Revelándose ante cualquier injusticia propia o ajena.
- A veces, un golpecito en el hombro o una frase adecuada son decisivos para que una persona salga de una situación de estrés, aunque sea por unos momentos.
- Etc.
Por lo tanto, la solidaridad puede ser un buen remedio para mejorar este mundo, y a ella se dedicarán una serie de escritos que aportarán datos, reflexiones y ejemplos de solidaridad colectiva y personal.
Gioconda Belli dijo: “La solidaridad es laternura de los pueblos”.