A principios de los años 60, la ley norteamericana no impedía estrictamente el derecho al voto de los negros, pero en varios estados del Sur se aplicaban unas medidas arbitrarias que convertían el ejercicio de este derecho en casi imposible. De los 15.000 afroamericanos que vivían en aquella época en la ciudad de Selma (Alabama-EE. UU.), tan sólo unos 300 podían votar.
El 7 de marzo de 1965, unos 600 afroamericanos se congregaron en el puente Edmund Pettus de Selma para iniciar una marcha a Montgomery, capital de Alabama, para protestar contra las restricciones del derecho a votar de los negros.
La marcha duró poco: a la salida del puente, bajo las órdenes del gobernador George Wallace, la policía ordenó a los manifestantes que regresaran. Como estos no obedecieron, fueron fuertemente reprimidos.
Lo que estaba previsto como un acto tranquilo acabó en una gran tragedia. Una tragedia que se retransmitió en directo por las televisiones americanas y que conmocionó a toda la nación, provocando una gran solidaridad con los manifestantes. Policías bastoneando a niños, ancianos y jóvenes negros, gases lacrimógenos que ahogaban a los que intentaban huir, persecuciones y cargas a caballo que herían a todo el mundo… Este día, conocido como el “domingo sangriento”, cambió el curso de la historia de los Estados Unidos.
Al tercer intento, el 21 de marzo, 30.000 personas consiguieron ir desde Selma hasta Montgomery. En la escalinata del Capitolio, el reverendo Martin Luther King pronunció una de las frases a las cuales activistas y políticos como Obama más han recorrido desde entonces: “El arco del universo moral es largo, pero se inclina del lado de la justicia”.
En tan sólo tres semanas, los activistas pasaron de la primera y fallida tentativa de cruzar el puente Edmund Pettus a protagonizar los informativos y ver como el presidente Johnson admitía que la discriminación “no es un problema de los negros, no es un problema del Sur… es un problema americano”.
Pocas semanas después, el Congreso empezó a estudiar el proyecto de la Ley de Derecho a Voto de 1965, que suprimió los numerosos obstáculos a los cuales se enfrentaba la comunidad negra para ir a las urnas.
La historia de estas marchas pacíficas se explica en la película “Selma”, que fue nominada al Oscar a la Mejor Película del año 2014.
Cincuenta años más tarde, el 7 de marzo del 2015, Barack Obama, el primer presidente negro de la historia de los Estados Unidos, pronunciaba un discurso en aquel mismo puente donde dijo: “aquella marcha no está acabada, pero nos estamos acercando”.
Me habría gustado estar en Selma el 7 de marzo de 1965.