SI EN TODO BUSCAS UNA RECOMPENSA…

18. En todo buscas una recompensa… ¿por qué no puedes hacer algo a cambio de nada?

La recompensa de nuestro trabajo no es lo que obtenemos, sino en lo que nos convertimos. Paulo Coelho

Si la gente es buena sólo porque temen al castigo y porque esperan una recompensa, entonces verdaderamente somos un grupo lastimoso. Albert Einstein

Merece salir engañado el que al hacer un beneficio cuenta con la recompensa. Séneca

En la naturaleza no hay recompensas o castigos; hay consecuencias. Horace A. Vachell

MODELOS DE INFLUENCIA

1956, Rosa Parks, una mujer afroamericana se negó a la demanda del conductor del autobús donde viajaba de ceder su asiento a una persona blanca, hecho habitual en aquella época. Rosa decidió que ya estaba harta de abusos y se negó a moverse. Esta pequeña conducta fue el inicio de un alud con consecuencias importantes para la evolución de los derechos de este colectivo. Hubo multas, prisión. Su acto provocó el boicot al autobús de Montgomery y se convirtió en un símbolo de resistencia civil y la lucha por los derechos humanos en los Estados Unidos y el mundo.
Margarita Barrientos vive en Villa Miseria Los Piletones de Buenos Aires. Tiene doce hijos y su marido perdió un brazo en un accidente. Ambos montaron un comedor popular que alimenta 1.600 niños. Su marido plantó huertas que aportan el “verde” al comedor. Son voluntarios. ¿Ejemplos imponentes, pero aislados? No lo parece.

Cada acción es importante por pequeña o local que parezca, porque incrementa la masa crítica que hará que algún día la balanza de la humanidad se decante por el paradigma de creatividad amorosa en lugar de hacerlo por la destructividad, la barbarie y la aniquilación. El “no puedo hacer nada” no sirve. Debemos cambiarlo por el “sí puedo, pero no quiero, es incómodo, da trabajo, prefiero quedarme en mi pequeño mundo, en mi zona cómoda y segura”. Tal vez parezca duro plantearlo así. Pero si ellos han podido… ¿que no podremos todos juntos?

ECOLOGIA EMOCIONAL PER AL NOU MIL·LENNI – Llibre de Mercè Conangla i Jaume Soler – Pòrtic