NIÑO O NIÑA, ¿QUIEN DECIDE?

DILEMAS ÉTICOS – Soraya Hernández – Revista Valors – https://valors.org

Una pareja divorciada de Texas no se pone de acuerdo sobre si su hijo de siete años tiene que cambiar de sexo. ¿Un juez tiene que tomar esta decisión? ¿Quién vela por los derechos del niño?

Las dificultades con las cuales se encuentran los padres y madres divorciados con relación a la custodia de los niños generan un amplio abanico de procesos de toma de decisiones: la escuela, la religión, las actividades extraescolares… Por eso, a menudo se propone una mediación o, incluso, la intervención judicial, cuando ambos tutores legales tienen opiniones diferentes y no son capaces de llegar a acuerdos sobre un tema importante. Y este es el caso de un padre y una madre de Texas (EE. UU.) que se encuentran en un proceso legal que ha sido noticia por su controversia y mediatización.

Anne y Jeffrey se separaron el 2016. Según los medios de comunicación, en la sentencia de divorcio el poder de decidir sobre la educación y los temas de salud del hijo, James, se conceden a la madre. A pesar de esto, el padre continúa presente de forma activa en la vida del niño que, a los siete años exprés conductas consideradas típicas del género femenino y, por eso, la madre lo empieza a llamar Luna. Es en este
momento que el padre, argumentando que se está secuestrando la infancia de James, inicia una batalla legal.

Durante meses, ambos progenitores hacen valer sus derechos: el hijo se llama James cuando está con el padre y Luna cuando está con la madre. Jeffrey piensa que el niño es demasiado pequeño para tomar decisiones, que solo está experimentando y jugando, que es la madre la que quiere una hija y, por lo tanto, el inicio de un cambio de sexo con medicación hormonal puede ser perjudicial. Por otro lado, Anne tiene claro que Luna siempre ha sido una niña y que tiene que prevalecer su identidad al sexo biológico. Entonces empiezan las denuncias cruzadas y la investigación de la custodia en exclusiva, hasta que una jueza dictamina: los padres se tendrán que poner de acuerdo.

Antes de llegar a este punto, el padre inicia una campaña en las redes sociales en la cual pide ayuda a la comunidad y a las instituciones religiosas. Son diversos los sectores conservadores del país que le apoyan. Al mismo tiempo, junto a la madre, grupos a favor de la libertad de elección de sexo en los menores también se hacen sentir. Mientras tanto, James/Luna es explorado y valorado en varias ocasiones por psicólogos, pediatras y psiquiatras.

El debate pasa a la sociedad. Por un lado, los defensores de las teorías queer y del postmodernismo aseguran que tanto el sexo como el género son construcciones sociales y culturales, por lo tanto, podemos definir quién somos, con multiplicidad de posibilidades, evitando el binarismo y facilitando que los niños puedan hacer transiciones, puesto que niegan el sexo como una realidad física. Por otro lado, hay los defensores del feminismo y del modelo de la evidencia científica, que hablan del sexo biológico, de la realidad de ser hombre o mujer desde el nacimiento y de la importancia de abolir la construcción del género.

Sea como fuere, este caso nos presenta multiplicidad de cuestiones éticas. Inicialmente, el debate ya conocido sobre quién de los dos tutores legales tiene que tomar decisiones cuando hay desacuerdos y como el contexto sociocultural influye en los jueces para resolver conflictos graves. También hay que poner el foco sobre los derechos de los niños a ser escuchados y a tomar decisiones sobre su propio cuerpo y los conflictos éticos que se derivan. Tampoco podemos olvidar las polémicas sobre las teorías de género y los cambios de sexo en los menores de edad. Quién tiene que decidir si será James o será Luna: ¿el niño, los padres o un juez? ¿Y cómo conjugar todos estos aspectos para acompañar de la mejor manera a los niños?

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