DILEMAS ÉTICOS – Soraya Hernández – Revista Valors – https://valors.org
El exmilitar británico Paul Farthing impulsó una campaña para rescatar de Afganistán a animales de su refugio. Los talibanes, en cambio, impidieron la salida de sus trabajadores. ¿Qué vidas tienen prioridad?
La situación vivida en los últimos tiempos en Afganistán ha generado varios conflictos políticos y sociales. Entre el caos, los afganos y afganas, con el corazón encogido, esperan, y en muchos casos no con los brazos cruzados, saber qué medidas implementan los talibanes y cómo éstas les pueden golpear en su estilo de vida. Muchas personas que trabajaban, tanto civiles como militares, han sido evacuadas y otras muchas han intentado huir del que podría ser un escenario oscuro, sin muchas garantías para los derechos humanos. Pero, no sólo han traspasado la frontera miles de personas. También algunos animales. Así nos lo hacía saber una noticia que ha pasado un poco desapercibida, pero que invita a una reflexión ética por las implicaciones a escala moral y legal: la historia de Paul Farthing y su refugio de animales.
Paul es un militar retirado del ejército inglés que vivía en Afganistán, donde había fundado un refugio para gatos y perros. En el centro trabajaban 24 personas. Cuando la situación se volvió crítica, los diferentes países empezaron a ayudar a sus ciudadanos allá establecidos a evacuar el territorio. El gobierno inglés aprobó el permiso de Paul Farthing y cuando este pidió poder marchar acompañado de sus colaboradores se aceptó. Lo que no debían de esperarse las autoridades inglesas era que Farthing pidiera que los animales del refugio viajaran con él.
Tanta fue su determinación que comenzó una campaña mediática para hacerse eco. Al final consiguió lo que quería: el permiso para trasladar los animales y la ayuda institucional para organizarlo. El día de la evacuación se desplegó un dispositivo que permitió la llegada de los animales y de Paul a Inglaterra sin incidentes. Se revisó el estado de salud tanto del exmilitar como de los animales para asegurar que todos estaban bien antes de iniciar la obligada cuarentena.
Pero, los colaboradores de Paul no tuvieron tanta suerte. Según parece, a su llegada al aeropuerto, a pesar de tener la documentación en regla y haber sido aprobada su marcha del país por el mismo presidente
inglés, Boris Johnson, no lo pudieron hacer. Fueron parados por los talibanes y se tuvieron que quedar allá. Las reacciones no se hicieron esperar. Voces críticas se levantaron en contra del gobierno por haber gastado un dinero en el traslado de los animales cuando se podrían haber invertido en la seguridad del grupo de trabajadores del refugio. Otros colectivos justifican la operación porque entienden que la vida de los animales es igual de valiosa que la de los colaboradores y sus familias y que no se podría haber hecho nada en contra de los talibanes. ¿Se habría podido asegurar la salida de los trabajadores si no se hubiera utilizado el dinero para los animales? Si esto fuera posible, ¿es ético priorizar la vida de las personas por encima de las de los animales? Además, la reflexión podría ir más allá: ¿por qué se critica a Paul Farthing en relación con su grupo de colaboradores cuando hay tantas y tantas personas por quienes no se ha hecho ni el intento de evacuarlas?
El debate sobre los derechos de los animales ha avanzado mucho en los últimos años, pero todavía se reflexiona sobre el valor de su vida en relación con la vida humana. Tanto el gobierno inglés como Farthing podrían haber priorizado la evacuación de los trabajadores, poniendo los medios necesarios para su traslado y, una vez seguros, hacer lo mismo con los animales. A pesar de que podrían haber tenido también la negativa de los talibanes. Pero decidieron organizar un operativo tanto para los animales como para los colaboradores, a la vez. ¿Es criticable su demanda al gobierno? ¿Tendría este de haber valorado con perspectiva ética sus acciones?