DILEMAS ÉTICOS – Soraya Hernández – Revista Valors – https://valors.org

Polémica por una sentencia de divorcio que retira la custodia a una madre porque “vive en la Galicia profunda”. ¿Es ético que el lugar de crianza pase por encima de las necesidades básicas de un niño?

La separación o el divorcio de una pareja no es un proceso sencillo. Si, además, la pareja tiene hijos en común y hay que revisar y establecer normas sobre cómo será el régimen de custodia, el escenario pide madurez y sentido común. La diversidad de posibilidades que se hacen presentes en un divorcio pueden necesitar la intervención de una figura jurídica que haga de mediadora. Desgraciadamente, pero, no siempre las decisiones de los juzgados son las esperadas y a veces despiertan quejas de la comunidad.

Es lo que ha sucedido últimamente en el caso de separación de una pareja, donde una jueza ha decidido que la custodia del hijo en común tiene que ser para el padre por el hecho de que la madre, que es “caprichosa y posesiva”, vivirá en “la Galicia profunda” y esto puede ser un perjuicio para el menor. Asociaciones, políticos y particulares no han tardado en hacerse oír, criticando la carencia de sensibilidad y de conocimiento del mundo rural que tiene esta jueza.

Según explican los medios de comunicación, la pareja vivía en Marbella, donde se había desplazado a causa de una oportunidad laboral del padre, que es médico. Como los horarios de él le requerían estar mucho tiempo fuera de casa y no tenían ningún tipo de red familiar de apoyo en el territorio, cuando nació el niño decidieron de mutuo acuerdo que ella dejaría el trabajo para cuidar del pequeño. A raíz de diferencias continuadas, la pareja rompió su relación sentimental. La madre volvió al pueblo de Galicia de donde procedía con el niño, puesto que le era lo más práctico, teniendo en cuenta que no tenía trabajo ni casa. En Galicia podía tener la ayuda de la familia y empezar de nuevo.

Pero, aunque para ella era lo más lógico, sobre todo porque el niño tiene un año, marchó antes de dejar arreglado el proceso de separación y custodia. Este paso, hecho sin un acuerdo previo con el padre, motivó un procedimiento legal donde se decidió tanto el régimen económico como la custodia del hijo.

La jueza pensó que la marcha de la madre llevándose el niño tenía un tinte de fuga y la tildó de egoísta e intransigente. Además, en lugar de la edad del niño y las necesidades de presencia materna que se derivan de esta, tuvo en cuenta en sus deliberaciones el espacio donde sería criado, el pueblecito de Galicia, describiéndolo como un lugar poco adecuado por no ofrecer suficientes oportunidades por su desarrollo y un crecimiento “feliz”. A pesar de saber que el padre tiene un horario que no le permite una rutina de cuidados del niño y una red informal, el juzgado emitió una sentencia según la cual el niño se quedará con él y la madre lo podrá ver los fines de semana alternos, teniendo, a la vez, que pagar ella una pensión.

Cómo en muchos de los casos que analizamos, los datos de los cuales disponemos están probablemente sesgados. Pero las palabras que la jueza usó con relación al pueblo de Galicia como un lugar sin posibilidades, una tierra sin oportunidades y el hecho que esto se deba tener en cuenta cuando el menor solo tiene un año, genera polémica y un claro conflicto. ¿Es ético que el lugar de crianza pase por encima de las necesidades básicas de un niño de un año en una sentencia de custodia? ¿La jueza estaba intentando ser equitativa y ha velado por el niño o se ha llevado por un prejuicio ligado a la ruralidad?

La sentencia podría haber intentado preservar el vínculo madre-hijo, al menos hasta la edad donde empieza cierta autonomía del niño o la obligatoriedad escolar. También se podría haber probado cierto tipo de custodia compartida. O, como ha sucedido, valorar que para el menor Marbella es el lugar idóneo y será el padre quien garantizará su bienestar por tener una situación económica y laboral reconocida.