TRASPLANTES DE ÚTERO PARA TENER HIJOS. ¿ES ÉTICO?

DILEMAS ÉTICOS – Soraya Hernández – Revista Valors – https://valors.org

Después de la noticia del primer bebé nacido de un útero trasplantado en España, nos preguntamos: ¿es ético someter dos mujeres sanas a los riesgos de estas intervenciones quirúrgicas?

Los adelantos tecnológicos generan siempre dudas sobre su uso y posibles consecuencias. Incluso, cuando solo habrá un impacto positivo en la calidad de vida de las personas, la ética reflexiona mirando más allá del horizonte para no dejar de revisar ninguna de las facetas de la poliédrica realidad que nos rodea. De aquí la multiplicidad de reacciones que ha provocado un gran éxito médico: el primer bebé en España nacido de un útero trasplantado.

El nacimiento de Jesús fue una gran noticia mediática. Tamara, una mujer que nació sin útero a causa de una malformación congénita, tuvo un hijo en el hospital Clínic de Barcelona. El ensayo clínico en el cual había participado había conseguido hacer realidad su deseo de ser madre. Su hermana, que ya había tenido hijos, decidió ser la donante. A finales del 2020, el hospital intervino la hermana y posteriormente trasplantaba el órgano a Tamara. El primer paso fue la llegada de la menstruación y, después, el embarazo. Jesús vino al mundo rodeado de cámaras y de aquellos profesionales que lo habían hecho posible. Flashes y lágrimas de emoción para un hito histórico. Pero más allá del titular, el proceso no ha estado exento de riesgos y controversia.

Para empezar, se ha tratado de una donante viva que tenía un vínculo sentimental con la receptora. Y, aunque la primera ya no quisiera el útero, vivir sin disponerlo tiene implicaciones en la salud femenina. La intervención quirúrgica, con un grado de complejidad muy elevado y que duró unas diez horas, también habría podido tener efectos no deseados. Respecto a la protagonista, se trataba de una mujer sana, sin la necesidad de ningún trasplante, que ha tenido que pasar un tiempo tomando inmunosupresores.

Tamara se ha tenido que someter a un proceso de fecundación in vitro y ha tenido, al menos, un aborto. Una vez llegado el embarazo, el feto se ha desarrollado durante el tratamiento inmunosupresor. Ha habido una preeclampsia y la necesidad de cesárea. Además, Jesús fue prematuro, pesó un kilogramo, tuvo que ser ingresado a la UCI y salió del hospital necesitando oxígeno y con una sonda nasogástrica. Ante este escenario, no son pocos los conflictos éticos que se ponen sobre la mesa: desde la intervención sin causa médica motivada por deseos hasta el vínculo emocional entre donante y receptora. Y todo esto sin olvidar el protagonista más vulnerable: el bebé.

El caso de Jesús no es el primero en el mundo. Y según ha compartido la institución sanitaria de Barcelona, hay otras mujeres en el ensayo que podrían estar esperando hijos. Las voces críticas no se han hecho esperar. ¿Se hacen estos ensayos con el fin de promover la calidad de vida de las mujeres? ¿Se está poniendo el deseo de ser madre por encima de otras necesidades básicas sanitarias que tienen las personas y que no están cubiertas? ¿Es aceptable que el bebé tenga que correr todos estos riesgos?

No existe el derecho a ser madre, pero si una sociedad puede hacer realidad este deseo y una mujer adulta decide libremente seguir este procedimiento… ¿por qué no? En todo caso, se podría debatir si, en un mundo con recursos limitados, los costes los tendría que asumir el sistema público. En un curso intermedio, se podría decidir valorar caso por caso para asegurar minimizar los riesgos, tanto físicos como emocionales. De manera totalmente contraria, habría que repensar el objetivo de este procedimiento cuando hay otras vías de ser madre o cuando ser madre no tiene que ser un deseo que tiene que cumplir el sistema sanitario.

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