Una anécdota ocurrida en un autobús de Barcelona entre un niño estudiante y la conductora del vehículo permite a la autora reflexionar sobre la necesidad de mantener ciertas prácticas sociales basadas en la cordialidad.
Judith Vives Revista Valors https://valors.org/
Hace unos días, una publicación en la red X se hizo viral y acabó convertida en noticia de algunos medios.
El hecho era el siguiente: una conductora de un autobús urbano de Barcelona había regalado a un niño de cuatro años un trofeo en agradecimiento a su educación y simpatía. El niño, Arán, saluda cada día a la conductora del bus de la línea 55 con un «buen día» y se despide cuando baja del vehículo. Aprovechando que era el cumpleaños del pequeño, la conductora, que se llama Laura, le quiso hacer un regalo: un trofeo que lo designa como «el mejor pasajero del bus del año».
En el tuit donde el padre de Arán explicaba el hecho, y que se viralizó, destacaba que esta acción refuerza los valores que trabajan desde casa.
El gesto de Arán y de la conductora fue muy celebrado en las redes. Incluso el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, los puso como ejemplo «para conseguir una Barcelona más humana y próxima. Una ciudad más sana y sostenible».
Podría quedar en una anécdota simpática, si no fuera porque la actitud del pequeño parece, hoy, la excepción a la norma. En general, la gente sube al bus sin decir nada y, quien dice al bus, dice a una tienda o cualquier lugar donde haya gente desconocida. El «Buen día, Laura» que dice este niño cada mañana no es solo una muestra de buena educación: es todo un gesto que nos recuerda la importancia de la amabilidad y la generosidad en una sociedad que cada vez es más individualista, narcisista y hostil.
De la anécdota de este niño podemos extraer otros elementos positivos. Por ejemplo, el de los valores que se trabajan desde casa y el papel que tiene la familia en la educación de ciudadanos cívicos. También el gesto de la conductora del bus pone de relieve la importancia de educar a los niños con ejemplos positivos. La reacción en las redes que ha provocado la noticia también nos recuerda que la amabilidad puede tener un impacto positivo en la comunidad. Precisamente las redes son espacios donde prolifera la mala educación, los insultos y el odio, así que una anécdota recordándonos la importancia de ser personas muy educadas en el día a día es más relevante de lo que pueda parecer.
En los pueblos, la costumbre de saludarse por la calle es mucho más habitual que en la ciudad, donde tampoco es factible decir «buenos días» a todos los que nos cruzamos. Pero unos mínimos de cordialidad, educación y amabilidad en nuestras relaciones cotidianas son, claramente, un valor a reivindicar.

Una conductora d’autobús premia un nen de 4 anys per ser «simpàtic i educat»