Fragmento de DEFINICIÓN DE BONDAD
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Bondad es una palabra que deriva del latín bonitas cuyo significado es «cualidad de bueno». Este término está compuesto por dos partes:
– Vocablo bonus: refiere a bueno.
– El sufijo –tat: significa cualidad.
Podemos decir que refiere a un tipo de palabra que se utiliza para describir la personalidad de un sujeto concreto. Es decir, refiere a los rasgos característicos del ser humano. Sin embargo, esta cualidad también es compartida con algunas especies de animales, aunque en el hombre es mucho más notoria.
Siguiendo con nuestro análisis del vocablo bondad, es justo considerar que, como tal, es una virtud humana. A partir de la misma, todo individuo es capaz de sentir compasión por otro y actuar en función a las necesidades que lo aqueje. Es decir, la bondad implica reconocer a otro, detectar sus carencias y generar los recursos para subsanar dichas faltas. Por ello, una persona bondadosa es amable, tranquila, segura de sí misma, honesta y, sobre todo, con una gran capacidad para dejar el ego de lado y actuar acorde dicte su corazón.
Entonces, la bondad es un comportamiento virtuoso que desarrolla un sujeto cuyo único propósito es hacer el bien a otro. Al ser, la bondad, una palabra de carácter abstracto, podemos entenderla, también, en relación con otros términos considerados como valores, por ejemplo, solidaridad, respeto, humildad, ternura, entre otros.
Es importante agregar que, bondad, es la ausencia absoluta de toda maldad. Una persona bondadosa promueve el bien, sin embargo, no lo evita. Es decir, la bondad no supone negar el mal, supone, más bien, generar un bien común. Sencillamente, porque es una tendencia natural a hacer el bien en todo momento y en cualquier situación.
Bondad es un sustantivo abstracto. Mientras que, bondadoso, es un adjetivo que describe a aquella persona que actúa como tal.
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Fragmento de LA BONDAD: LAS PEQUEÑAS ACCIONES DE LOS JUSTOS
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Veamos a continuación algunos rasgos de la bondad:
La bondad es la natural inclinación para hacer el bien.
El bondadoso, el justo, se guía por un principio: “Haz a los otros lo que quisieras que los otros te hiciesen a ti”. La generosidad es una de las principales manifestaciones de la bondad; lleva al amparo y a la protección de los demás. La bondad, sembradora del bien, no trabaja con el “¿tú o yo?”, sino con el “nosotros”.
Un hombre bueno ve el mejor lado de las personas, aplaude el éxito de otros, se siente incómodo por manipular a alguien para que haga algo, perdona fácilmente. El bondadoso siente un gran respeto por sus semejantes y se preocupa por su bienestar. El bondadoso no necesita demasiadas cosas para vivir: ni lujos, ni dinero, ni reconocimientos. La bondad disfruta de la bonanza íntima de las cosas sencillas (una manzana a media mañana, una copa de vino entre amigos, una sonrisa sencilla y hogareña, un paseo por el monte, mirar las estrellas…).
Otro de los rasgos de una buena persona es que suelen ser humildes. Es decir, nunca se sentirán superiores a los demás ni mirarán a nadie por encima del hombro. Saben que todo el mundo tiene su vida y sus propias metas. Hay bondad en el sentido del humor, en la ironía justa: Cuando alguien me hace sonreír o reír a carcajadas me ensancha el pecho, me amplía la mirada, pulveriza la angustia, dilata el tiempo, genera esperanza, ensancha el horizonte.
En el ámbito de las relaciones personales, saludarse con un apretón de manos, o chocarlas, o levantar el pulgar en sentido afirmativo son gestos que simbolizan: “¡Confío en ti, somos amigos, me alegro!” El justo es capaz de convertirse en amigo de alguien desconocido; transforma en amigo a un extraño y lo toma a su cuidado. El bondadoso acompaña a los hombres cuando están desolados; cuando les falta suelo, firmeza de sentido, algo o alguien en quien apoyarse; cuando están tristes y se sienten vacíos. Y les da consuelo, acompañamiento, para que se reconstruyan; para que puedan rehacerse, reanimarse; para aliviarles de la pesadumbre del vivir.
Los bondadosos son aquellos que frente a la injusticia o la persecución de seres humanos, acuden en ayuda de los que sufren en un acto de responsabilidad. El justo no consigue eliminar el mal político, o cambiar el sistema económico, pero puede ayudar a limitar los daños en el ámbito en el que es soberano. Las acciones humanitarias alivian el dolor humano, atienden las necesidades básicas de la población y promueven sus derechos…
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