De Sudáfrica, en los últimos años hemos oído hablar sobre todo porque es el país donde la selección española de fútbol ganó su primera y única copa mundial el verano del 2010. Pero, los que ya tenemos unos cuántos años, hasta principios de los 90 oímos a hablar mucho porque en este país existía el apartheid (la “separación”). El apartheid fue una política oficial de discriminación y segregación racial del gobierno sudafricano desde el año 1948 (en el cual el Partido Nacional ganó las elecciones generales) hasta el 1991, en qué fue oficialmente abolido.
El apartheid, que afectaba los negros, mestizos e indios, se apoyaba en unas leyes que exigían la separación de estos en relación a los blancos en los locales públicos, parques, playas, hospitales, escuelas, barrios, etc. Cómo es de suponer, a los “no blancos” se los ofrecía los peores de estos ámbitos. También se les prohibían las relaciones y matrimonios entre razas, se les controlaba constantemente la movilidad y se les desposeyó de la ciudadanía nacional. Para conseguirlo, a partir de su implantación se produjo el traslado forzoso de los “no blancos” hacia unos territorios específicos para ellos.
Cómo era de esperar, el apartheid contó con una resistencia interna considerable. El gobierno respondió a las protestas y levantamientos ilegalizando la oposición, promoviendo una fuerte represión y encarcelando los más significativos líderes antiapartheid, como Nelson Mandela (**).
En el ámbito internacional, el apartheid en los últimos años fue muy criticado, declarándole muchos boicots económicos, deportivos y militares a Sudáfrica. También la ONU condenó el apartheid por ser un crimen contra la humanidad. Aun así, el primer ministro sudafricano de los años sesenta, H. Verwoerd, decía que “Sudáfrica era el símbolo de la lucha contra el comunismo y un bastión para el cristianismo en el África y el mundo occidental”.
Cómo ya se ha dicho antes, las protestas masivas de la población “no blanca”, fueron duramente reprimidas por las autoridades, como, por ejemplo, las de Sharpeville y Soweto (*). También lo fueron las organizaciones opositoras, la más importante de las cuales fue el Congreso Nacional Africano. Este nació el 1912, inspirándose inicialmente en los métodos pacíficos de Mahatma Gandhi. Unos métodos de lucha, pero, que evolucionaron con el endurecimiento del apartheid y que trajeron el CNA y sus socios del Partido Comunista a crear una rama armada en 1961. Y así continuó durando muchos años.
Debido a un contexto de crisis económica y al aislamiento político del régimen racista, el 17 de junio de 1991 se abolía oficialmente el apartheid en Sudáfrica (los blancos sudafricanos renunciaban al poder político a cambio de mantener el poder económico). El último presidente del apartheid, Frederik Klerk, anunció en 1990 la liberación de Nelson Mandela y la legalización de su partido, el CNA. En las elecciones generales del 1994, el CNA ganó las elecciones y Nelson Mandela aconteció presidente del país.
El 1995 se puso en marcha la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Sudáfrica, presidida por el arzobispo anglicano de Ciudad del Cabo, Desmond Tutu (Premio Nobel de la Paz del 1984 por su constante lucha contra el apartheid). La voluntad de reconciliación nacional se concretaba en la concesión de la amnistía para los autores de delitos políticos de violación de los derechos humanos a cambio de la verdad sobre los hechos, explicada pública e íntegramente. Además, las víctimas tenían que ser rehabilitadas y reparadas. La idea de la comisión era tan sencilla como poderosa: la verdad cura.
Veinticinco años después del desmantelamiento del apartheid, la Sudáfrica actual mantiene una dura lucha contra el sida y las elevadas tasas de paro y delincuencia, problemas que la nación tendría que superar haciendo suyas las palabras que acompañaron Nelson Mandela en los momentos más difíciles: “Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma”.
(*) El 16 de junio de 1976, muchos estudiantes negros se reunieron para protestar contra la obligación que les impusieron de seguir su enseñanza en afrikaans, la lengua de la principal comunidad blanca del país e identificada con el apartheid. Estos jóvenes se reunieron alrededor de unas pancartas. Tenían por objetivo protestar y expresar sus opiniones pacíficamente, convencidos que se tenía que evitar todo enfrentamiento con la policía. Pero la policía había recibido la consigna del ministro del Interior, Jimmy Kruger, de “restablecer el orden a cualquier precio y de usar todos los medios a tal efecto”. Después de las advertencias que pedían a la multitud que se dispersara, la policía abrió fuego sin distinción sobre la multitud desarmada. El balance oficialmente fue de 23 muertos y 220 heridos, pero el balance real debió ser de más de 500 muertos. Uno de los primeros en morir, Hector Pietersen, un chico de 12 años, se convirtió en el símbolo de la represión ciega del régimen. La foto en la cual se le ve llevado por su hermano dio la vuelta en el mundo.
(**) Nelson Rolihlahla Mandela nació el 18 de julio de 1918 y murió el 5 de diciembre de 2013, a la edad de 95 años. Fue uno de los líderes emblemáticos de la lucha contra el sistema político del apartheid y llegó a ser el primer presidente de la República Sudafricana (1994-1999) escogido por sufragio universal en las primeras elecciones nacionales no raciales de la historia del país.
Mandela se afilió al Congreso Nacional Africano el 1944, para luchar contra el dominio político de la minoría blanca y la segregación racial que impulsaba. Se hizo abogado y participó en la lucha no violenta contra las leyes del apartheid, que fueron establecidas por el gobierno del Partido Nacional afrikaner el 1948.
El CNA fue prohibido el 1960 sin que la lucha pacífica diera resultados tangibles, razón por la cual Mandela fundó y dirigió la rama militar de la CNA, Umkhonto We Sizwe, el 1961, que llevó a cabo una campaña de sabotajes contra objetivos militares. Fue detenido en 1964 y condenado a cadena perpetua y a trabajos forzados. En febrero del 1985, el presidente Botha le ofreció la liberación condicional a cambio de renunciar a la lucha armada, pero él renunció a la oferta diciendo: “¿Qué libertad se me ofrece si sigue prohibida la organización de la gente? Solo los hombres libres pueden negociar”.
Salió de la prisión en febrero del 1990, después de 26 años. Aun así, durante estos años aconteció una celebridad, beneficiándose de un fuerte apoyo internacional, y fue convertido en un símbolo de la lucha por la igualdad racial, especialmente después de la masacre de Soweto. El 1994 fue escogido presidente de Sudáfrica. En cuanto tuvo el poder, Mandela pasó a la historia por ser el hombre que hizo posible un cambio social y conseguir la libertad humana y la igualdad de trato y de oportunidades.
Otro hecho insólito de Mandela fue la unión del país a través del rugby. Mandela utilizó un deporte como el rugby para convertirse en no solo un presidente para los negros sino también, un presidente por los blancos. También promovió muchas acciones solidarias y fue embajador de buena voluntad de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), vocal de SOS Children’s Village (la organización más grande de ayuda a niños huérfanos) e impulsor de la campaña «46664» contra el sida.
Nelson Mandela es una de las figuras contemporáneas más representadas del mundo. En Sudáfrica, todo el mundo le tiene un respeto profundo y se le considera «el padre de la nación».
Nelson Mandela recibió más de 250 premios y reconocimientos internacionales, entre ellos el premio Nobel de la Paz del año 1993.