Y PROMETIÓ EL MAR… (Antoni Benaiges)

María Coll – Revista Valors   https://valors.org/

¡Veréis el mar!», sentenció el profesor Antoni Benaiges ante sus alumnos de la escuela de Bañuelos de Bureba (Burgos) el invierno de 1936. Aquella era una promesa firme, posible y viable. Y, enseguida, la ilusión creció entre los niños. Pero el julio de 1936, mientras preparaba el gran viaje, todo se quebró.

El catalán Antoni Benaiges, nacido en Mont-roig del Camp el 1903 y licenciado en  la escuela Normal de Barcelona el 1929, había sido destinado a esta pequeña localidad rural, de doscientos vecinos, 58 casas y 32 niños, en 1934. Antes había ejercido de suplente en un centro de Madrid y de titular en una escuela de Vilanova i la Geltrú, donde había aprendido el método pedagógico Freinet, un sistema que apostaba por la educación como herramienta de integración social, trabajaba las necesidades e inquietudes de los niños y niñas según su realidad y aplicaba métodos modernos como la imprenta escolar, el texto libre, el diario escolar o la correspondencia interescolar.

Entusiasta de esta pedagogía, Benaiges decidió aplicarla en el centro de Bañuelos de Bureba. De su bolsillo compró una imprenta y propuso a los niños publicar dos colecciones de pequeños cuadernillos –Gestos y Recreo– hechos a partir de dibujos y textos de sus reflexiones. En definitiva, una muestra de su visión del mundo. Los temas que se trataban eran muy diversos: la familia, la amistad, la población, las fiestas, los juegos… Y el día que descubrió que sus alumnos no habían visto nunca el mar, dedicaron una publicación a cómo se imaginaban qué tenía que ser. La titularon: “El mar. Visión de unos niños que no lo han visto nunca”. Esta no fue la única novedad que el catalán implementó, también compró un gramófono, para que los niños aprendieran a bailar.

Un testigo de la época, Jesús Carranza, explica: «Enseñaba a los niños a pensar. Los niños estaban contentos porque cambiaron un maestro que pegaba con la vara y castigaba duramente por uno que les llevaba de excursión, les enseñaba e, incluso, les compraba comida». Pero la forma educativa de Benaiges pronto desagradó a algunas familias conservadoras del pueblo y a las autoridades locales. Solo necesitaban una excusa y esta llegó el 18 de julio de 1936.

El día siguiente al golpe de estado militar contra la República, Benaiges fue detenido, acusado «de indigno, antisocial, inmoral, vicioso, comunista y anarcosindicalista», torturado y, finalmente, fusilado. El 29 de julio sus restos fueron enterrados en la fosa común de Montes de Oca. Y todo el material de la escuela fue quemado. Sus alumnos no pudieron ver el mar, pero nunca olvidaron aquel maestro que les enseñó a soñar, que les respetó y les ofreció su amor por la educación. Benaiges dejó escrito: «Los niños no pueden ser aquello que uno quiere. No son cosas. Tienen que ser según los valores que esconden. Esto mismo, ellos mismos. Que piensen, que sientan y que amen. Dejemos que sean niños. Respetémosles en todo momento».

 

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