Carme Escales https://catalunyaplural.cat 5-5-2021
Los voluntarios de la asociación Mou-te en bici, de Girona, acompañan en tándem a personas invidentes.
Dos en bici, piernas en movimiento y aire fresco en el rostro. Pedaleando en tándem, la conversación es parte del viaje. Rodando de dos en dos, la fuerza suma y la soledad solo puede ser compartida. La visión de Xavier va marcando la dirección. Es el piloto del tándem. Marca el giro en el timón, orienta, vigila, elije el atajo y las calles, plazas y senderos más transitables. Esquiva obstáculos, piedras y charcos, evita todo peligro, buscando vías cómodas en medio de la naturaleza y el entramado asfaltado de pequeños pueblos y ciudades.
Detrás de él, Roser es el motor del tándem. Sin la fuerza que impulsa con los músculos de sus piernas que hacen girar las ruedas, el destino no se acerca. Su potencia, el vigor y la fuerza generan energía para el viaje, abriendo paso sin miedo, en medio de robledales, cruzando puentes y ascendiendo por antiguos caminos de pastor. Mientras, ella respira la naturaleza, siente los olores de los tilos, el calor del sol, y las melodías orquestadas de los pajarillos en las ramas de los árboles bajo los cuales van pasando, pequeñas aves cantoras disfrutando de su libertad, la misma libertad que le regala esta experiencia a alguien como Roser, ciega. Los infinitos puntos sensoriales de su cuerpo, como todos tenemos, son sus ojos bien abiertos que recogen cada estímulo que le hacen vivir con emoción este viaje solidario, altruista, de voluntarios que salen a guiar a personas que no ven, en un entrañable paseo en tándem por Girona.
Pronto dejan las calles de la capital para adentrarse en el verde del extrarradio. Roser, Xavier, Jordi, Salvador, y unos cuantos más, son todo un grupo dispuesto a salir cada semana a pedalear en tándem. Lo hacen desde hace un año. «La primera sensación que tuve fue extraña, porque en realidad te estás fiando de una persona que no conoces mucho. Supongo que al otro también le debería pasar «, dice Jordi Salido, un joven de 44 años que desde hace 9 que es invidente.
Después de una miniclase para aprender las cuatro pautas para arrancar y detenerse cómodamente en el viaje en tándem, que no es lo mismo que montar en bicicleta, inician una salida que acostumbra a durar de dos a tres horas, con parada incluida, para tomar un café, desayunar o, incluso, saborear una comida.
Un grupo de WhatsApp recoge las peticiones de los usuarios cada semana y de los voluntarios que pilotarán sus tándems. «A los usuarios los llamamos motor, porque su esfuerzo es fundamental y les motiva a pedalear como los pilotos o más», explica Xavier Corominas Mainegre, el artífice de esta vivencia compartida.
Un encuentro fortuito en el centro cívico de Can Ninentes de Girona, hizo coincidir a un grupo de personas invidentes con Xavier Corominas y miembros de la asociación Mou-te en bici, de cuya junta directiva él forma parte. Roser, Jordi y hasta una docena de personas que no veían, se habían reunido para exponer sus inquietudes sobre todos los obstáculos de la ciudad, teniendo en cuenta su condicionante falta de visión. Al coincidir con los miembros de Mou-te en bici, que promueven el uso de la bicicleta en Girona como medio de transporte alternativo, surgió la idea: «Sabíamos que el Consorci de les Vies Verdes de Girona disponía de tres tándems, y pensamos en la oportunidad de hacer algo con ellos y con estas personas», dice Xavier.
Aquella idea, tan espontánea como sublime, los ha llevado a realizar una aventura enriquecedora a uno y otro lado del tándem. «Para nosotros es un día muy importante. Nos prepararnos para salir, con la expectativa de hacer deporte y estamos pendientes del tiempo que hará. Sobre el tándem, disfrutamos del sol, el viento, y nos toca el aire, conocemos a gente nueva y hacemos convivencia. Siempre parecemos a desayunar o a tomar un café y compartimos aquel rato juntos», destaca Jordi Salido. «Yo me lo paso muy bien», afirma Corominas. «Es diferente cuando llevas de motor a alguien que sí que puede ver, que se pueden quejar, pero los invidentes son valientes y sacrificados y no se quejan por nada, y la ventaja del tándem es que podemos ir charlando mientras pedaleamos, y por tanto ya entablamos amistad», afirma el piloto que tuvo esta idea.
Descriptores del paisaje
«Como vas al lado del piloto -explica Jordi Salido-, a medida que pasamos por los lugares, él te explica por dónde vamos pasando. Si atravesamos zonas húmedas y con árboles, tú mismo lo notas. Escuchar el agua de ríos y a los pájaros también hace el paseo atractivo», expresa. «En la ciudad también escuchas el tránsito, y tienes que poner más atención por si hay que frenar rápido, pero no es ni más ni menos atractivo, todo el conjunto de la salida es atractivo y lúdico. A mí me sirve para evadirme de tanta tensión, me hace disfrutar del deporte y del relax», afirma. Roser, que hace muchas excursiones por las montañas cercanas a Girona, y también en el Ripollès, espera con emoción cada salida con tándem. “Nos deslizamos sin bastones y somos protagonistas del avance, tanto como quien nos guía, con el que sentimos una confianza plena. Para nosotros esto tiene mucho valor», afirma. Reconoce, sin embargo, que el primer día no fue tan relajante, porque puso toda su atención en hacerlo bien. «Siempre me ha gustado mucho ir en bici, pero nunca tuve una bicicleta mía, siempre cogía las de todo el mundo, siempre», dice. El primer día de esta nueva etapa sobre ruedas -explica- «el piloto llegó con el tándem a mi portal y me enfilé en é. Estuve totalmente entregada a una causa: ser aceptada. Me ocupé mucho de hacerlo bien, pedalear fuerte y no moverme de la bici. Estaba atentísima a lo que me decía el piloto, si debíamos parar a la derecha o a la izquierda, que no es igual. Me había dado cuatro instrucciones y vigilé mucho en hacerlo lo mejor, porque tenía muchas ganas de estas salidas que ahora disfruto tanto. Cuando vi que no pasaba nada, empecé a prestar atención a lo que me explicaba, sobre el recorrido que hacíamos. Y, cuando paramos a tomar un café y me dijo que lo había hecho bien, me alegré mucho”.
Prueba superada. También para la asociación impulsora. Mou-teenbici.org, constituida en Girona el 1996, reclama una ciudad más limpia, sin retenciones, contaminación ni estrés, unas calles recuperadas para los jóvenes, para el juego y la convivencia. Y ahora han sumado esta nueva misión, una propuesta inclusiva para el desarrollo físico y cognitivo de las personas invidentes. Un culote, un casco, guantes en invierno, todo el uniforme de ciclista es ahora el compañero en sus vidas, en este atractivo aliciente semanal.
«Cuando pasamos por encima de un río en el que hay patos, bajo unas higueras o junto a un trozo de campo con hierba acabada de segar, todo eso lo percibimos», describe Roser Crivillé. “Lo vamos diciendo, y el piloto lo va confirmado, aunque él va haciendo la descripción del trayecto. Yo siempre pido que me avisen si se acerca un surco, un desnivel, y me dicen sencillamente Bum Bum, y así yo sé que tengo que levantarme un poco y evito que la espalda sufra”, confirmar la vecina de Girona, hija del pueblo de Seva.
«Es un grupo que da gusto», afirma. «Ir a la piscina o de excursión, todo tiene unas connotaciones diferentes. La piscina es más solitaria y no hay nada que describir. En la excursión, siempre acompañada, el esfuerzo de la caminata para mí es un aliciente, y compartir con quien vas todo lo que te cruzas y las conversaciones que van surgiendo. La bicicleta es una sensación de mayor libertad, atraviesas municipios, pasas por pueblos, y disfrutas del compañerismo con el grupo. A mí me aporta mucho, a parte de la simpatía, son todos voluntariosos, hacen todo para que puedas salir y se encargan de organizarlo bien, ves que lo hacen a gusto, y solo eso ya anima mucho. Y me encuentro con este grupo de personas en mi misma situación, que salen y se esfuerzan como yo. Solemos hacer una charla mientras esperamos que estemos todos para salir. Nos vamos preguntando ¿Cómo te va todo? Y, con los pilotos también es como otro grupo, también con algunos de ellos me unen muchas cosas. La buena voluntad con la que se lo toman es casi emocionante. Si tienes algún problema, te dicen, ya te lo arreglaremos. Y eso vale mucho».
Las salidas son normalmente los miércoles y suelen ser de unas tres horas, en la comarca del Gironès, aunque alguna vez han hecho salidas más largas. De momento, se benefician unos 7 u 8 motores. Se puede apuntar quien quiera, pero entonces nos faltan tándems. “Cuando pasa, Cicloturisme de Girona nos deja algún tándem también-, comenta Corominas. El funcionamiento es: recoger a los inscritos el día que salimos en su casa, para luego encontrarlos todos juntos y comenzar la clasificación. Cuando terminan, los pilotos recogen los tándems, que se guardan en el Ateneu Popular de Salt.
Las salidas son gratis, solo que la asociación les pidió a los usuarios si querían hacerse socios -la cuota es de 20 euros al año-, de manera voluntaria, y lo hicieron. «Hemos solicitado ayudas europeas al Ministerio de Medio Ambiente, para tener tándems eléctricos, un vehículo para poder transportarlos, y un local para guardarlos, pero de momento no tenemos respuesta», puntualiza Xavier Corominas. Desde la asociación, cuando decidieron poner en marcha esta admirable misión, crearon, en primer lugar, un curso de conducción de tándems para los que tuvieran que ser conductores, los pilotos. Después hicieron un estudio minucioso de las rutas más idóneas para el desarrollo de la actividad. Y, por último, organizaron la logística para la recogida y traslado de las personas que realizan la actividad, los motores.
Tras un año saliendo a pedalear en el tándem, Jordi Salido, comparte una reflexión: «Nuestra sociedad está acostumbrada a ver al ciego, no a la persona, y es interesante que Xevi (Xavier Corominas) vio nuestra dificultad, sí, pero pasó por delante la posibilidad de hacer lo que estamos haciendo. Y lo hizo todo tan natural, que a todos nos ha resultado superfácil. Aportar esta naturalidad y no ver la parte que pueda faltar a alguien con alguna discapacidad es clave para una integración real. Dos ojos ven lo suficiente como para restar importancia a nuestra discapacidad y creer en este proyecto. Yo vivo cada día esta mirada social: voy un acompañante vidente, y la gente me habla mirando a la persona que se encuentra a mi lado. Pero yo no soy sordo, soy ciego, y no obstante no me ven como una persona, sino como a un ciego. Pero en el tándem, los pilotos están predispuestos a contar con nosotros, como uno más», señala Jordi.
Son ciegos y ciegas, y son motores de energía, motores de nuestra sociedad, y de la vida en el planeta. Su viaje en tándem nos acerca la metáfora de la fuerza que aportan, pese a no ver. «Los llamamos motores, porque su esfuerzo es fundamental y motivador»…